SOBRE MI
Mathilde Arthaud
BIOGRAFÍA
Mathilde nació artista, autodidacta, pero artista de los pies a la cabeza. Su creatividad nunca tuvo límites y su imaginación desbordante la aplicaba continuamente en su día a día. Desde pequeña se inició en varias disciplinas como la escritura, la cerámica, la costura o el dibujo, que más adelante le haría descubrir la pintura. Lo esencial para ella era crear, experimentar y sentir.
Nació en Francia; pero su familia se instaló en España cuando era una adolescente. Esto marcó su vida. Las ganas de vivir nuevas experiencias y descubrir otras culturas la llevaron a instalarse largas temporadas en varios países como China, Australia, Grecia o Filipinas, entre otros. Su periplo por el mundo es en gran parte responsable de la vitalidad, fuerza y optimismo que transmite Mathilde con su arte.
Además de sus viajes, su trabajo durante años en el sector de Eventos también le permitió dar salida a su torrente creativo. Le encantaba diseñar todo tipo de proyectos para los clientes; pero también empezó a pintar para poder tener la libertad de ser ella misma, de crear siguiendo sus propios criterios.
Del arte figurativo pasó al abstracto, porque se dio cuenta de que le fascinaban las figuras asimétricas, los bordes imperfectos, las líneas sinuosas, el desorden dentro de un orden, el caos ordenado según sus parámetros. Con el tiempo, Mathilde ha ido definiendo y acotando la temática de sus cuadros, hasta llegar a la explosiva combinación de formas y colores que protagonizan su estilo actual.

DECLARACIÓN DEL ARTISTA

Antes de empezar con la pintura quería ser escritora. Me encantaban los relatos cortos y sobre todo la poesía, el saber y poder expresar algo con pocas palabras para dar espacio a la imaginación del lector dejando de lado la subjetividad del artista.
La pintura y las artes plásticas tienen esto en común con la poesía, dejan al artista en un segundo plano y el observador es a la vez creador. A través de su mirada la obra cuenta una historia singular y particular.
Una misma obra cuenta tantas historias como hay miradas que la observan. Es un relato en proceso constante ya que la manera de ver de las personas evoluciona también.
Aunque soy la creadora de la obra, esta es totalmente independiente de mí. Se crea una relación íntima y única con el espectador. Por eso no me gusta explicar lo que la obra “representa” o “significa” para mí, quiero dejar el observador libre para ver su propia historia.
Es verdad que me gusta utilizar palabras o frases en mis cuadros. La intención es dar a la obra otra dimensión. Actúan como catalizador, ofreciendo al espectador claves para activar recuerdos y sentidos. Por ejemplo, la obra “Besos Salados”. Al leer estas dos palabras, de repente e inconscientemente, tenemos un sabor a mar en la boca.
Pienso que, a través de los colores, las formas, las texturas, la pintura tiene su propio alfabeto y utiliza un lenguaje sublime, muy universal y a la vez totalmente personal. Es esta aparente contradicción la que me fascina y me anima a seguir pintando y experimentado.
Mis cuadros son una invitación a viajar, recordar, soñar, imaginar, ilusionarse…
Mis cuadros son historias en colores.